Llegamos a la décima propuesta de esta serie de 13 Distopías que se estudiarán en los libros de historia continuando con el formato de novela gráfica, si bien dejamos atrás la lengua inglesa (predominante en esta serie) para hablar de una obra escrita en francés. Una distopía que, como varias de las ya presentadas, fue publicada en volúmenes a lo largo de varios años: Le Transperceneige, de Jacques Lob y Jean-Marc Rochette.
En Le Transperceneige, los autores nos sitúan en un futuro en el que la guerra atómica dejó como consecuencia una brutal bajada de las temperaturas que afecta a todo el mundo, sumiendo a la humanidad en un invierno nuclear incompatible con cualquier tipo de vida. Las únicas personas que consiguieron sobrevivir habitan en un larguísimo tren compuesto por 1.001 vagones, que se mantiene constantemente en circulación a lo largo y ancho del planeta, en las vías aún operativas. Tras varios años en movimiento, en el interior del tren se genera una microsociedad que emula a la que previamente existía en el exterior. Así, la jerarquía con respecto a las clases es férrea; la movilidad social, inexistente; la gente que habita los primeros vagones no conoce (ni tiene interés en conocer) la realidad de las personas que viven en los vagones de cola (lxs desahuciadxs), y estas no pueden ni imaginar la opulencia con la que viven las personas de las clases privilegiadas que van a la cabeza. Pero un ciudadano del último vagón, sin nada que perder, decide emprender un camino que lo llevará hasta la locomotora del tren, que rige el destino de todxs lxs habitantes. Allí conocerá al creador de la máquina, un científico que sirve de manera ciega a su invento como las clases dominantes sirven al dinero y al poder, sin sospechar, como estas, que su devoción acrítica puede llevar a toda la humanidad al desastre.
Jacques Lob (1932/1990) y Jean-Marc Rochette (1956) tenían ya sobrada experiencia en el mundo del cómic y la novela gráfica cuando dieron comienzo a su serie Le Transperceneige. Sin embargo esta fue la primera obra en la que ambos (Lob como escritor y Rochette como ilustrador) exploraron la lucha contra la injusticia social como motor de la acción en una obra gráfica.
La historia que los autores cuentan en Le Transperceneige fue llevada al cine (en una adaptación muy libre) en el año 2013, de la mano del director surcoreano Bong Joon-ho, con el título de Snowpiercer (nombre del tren en la novela original). Pero la lectura audiovisual más reciente de esta propuesta es una serie homónima, estrenada este mismo año, y que, como ocurre con muchas de las obras propuestas, está más vigente que nunca. Tanto la novela gráfica original como las adaptaciones de la misma tienen como base argumental la desigualdad social y la lucha de clases. Esto ocurre en un contexto de escasez provocado por la desaparición absoluta de los ecosistemas. Esta destrucción medioambiental se debe a la guerra nuclear (que bien podríamos “traducir” como el deterioro constante de nuestro medio por causa de la contaminación y la sobreexplotación de recursos provocada por la mano humana). En este marco, la aparente inexistencia de materias primas y víveres es la excusa con la que lxs habitantes de los primeros vagones (las clases acomodadas y poderosas) esconden su usura, perpetuando las injusticias sociales y manteniendo a lxs los habitantes de los últimos coches “a raya”, aplicando una suerte de doctrina del shock que lxs mantiene inmóviles y sometidxs. Un fiel y triste reflejo, aunque parezca exagerado, de la realidad del sistema capitalista, que garantiza la abundancia a lxs de arriba a costa de la miseria de lxs de abajo, que explotadxs y privadxs de derechos, libertades y futuro, no pueden sino recuperar por la fuerza la dignidad que otorga la conciencia de lo posible.
Imagen de Songwit Seakitikul.