Para la sexta propuesta de esta serie de 13 Libros que cambiaron la historia recuperamos un título esencial del anticolonialismo, entendido este en un sentido mucho más amplio que la mera independencia: Les Damnés de la terre (en español, Lxs condenadxs de la tierra), de Frantz Fanon, propone un concepto de anticolonialismo basado en el necesario proceso de autoemancipación y reivindicación identitaria de un pueblo.
Frantz Fanon, médico psiquiatra nacido en la colonia francesa de Martinica, es uno de los máximos exponentes del anticolonialismo. Su obra, si bien no es muy extensa (debido en buena parte a su prematura muerte), tuvo una enorme repercusión e influencia en los movimientos revolucionarios de mediados del siglo XX. Entre sus textos destacan Peau noire, masques blancs (1952, traducido al español como Piel negra, máscaras blancas) o Sociologie d’une révolution (traducido como Sociología de una revolución, y publicado en 1959); Lxs condenadxs de la tierra fue su última obra, publicada por Jean Paul Sartre poco después de la muerte del autor, en 1961.
En este texto Fanon comienza hablando de la violencia (y es cierto que juega un papel importante en esta obra), que considera necesaria solo cuando se trata de una violencia “sabia y prudente”, ejercida por el grupo, pues para el autor, solo este tipo de violencia, entendida como una vía de toma de conciencia por parte del pueblo, puede ser efectiva contra el colonialismo y el imperialismo. Se trata, por tanto, de una violencia estratégica, muy enfocada y ejercida con una finalidad concreta: la liberación del pueblo colonizado. A continuación, el autor explica lo que ocurre después de este ejercicio de violencia, cuando el pueblo es finalmente liberado, aclarando que el mayor peligro en esta etapa es que la burguesía y otras clases poderosas pongan en peligro el futuro (potencialmente próspero) del país buscando el beneficio personal a corto plazo, manteniendo para ello los lazos con los países desarrollados. Fanon advierte sobre esta posibilidad, y propone la que considera la única vía posible para escapar de este peligro: la construcción colaborativa de una cultura propia que será reconocida y reivindicada ante el resto del mundo.
Lxs condenadxs de la tierra es, por todo esto, un canto a la activación por parte de la ciudadanía, una llamada a la movilización, a la implicación de la “gente corriente” en los procesos de cambio. Todo comienza con la toma de conciencia, con el desarrollo de una actitud crítica que permita entender que la lucha por los derechos y las libertades no se puede dejar en manos de nadie (ni gobiernos, ni clases privilegiadas, ni estamentos poderosos) pues, en palabras del autor, “las manos mágicas no son, en definitiva, sino las manos del pueblo”.
Imagen de João Carvalho (dominio público).