La segunda propuesta de la serie 13 Distopías que se estudiarán en los libros de historia es una obra de fondo claramente ecologista y anticolonial. Son muchos los temas que se tratan en sus páginas, y muchas las líneas de pensamiento que las influyen, si bien el argumento se podría resumir como la eterna lucha entre una ficticia civilización colonizada (pacífica y respetuosa con la naturaleza), y otra, la humana, ávida de poder y riqueza (opresora, dispuesta a arrasar con culturas y recursos): El nombre del mundo es bosque, de Ursula K. Le Guin.
El nombre del mundo es bosque fue publicada en 1976, y está basada en el cuento homónimo escrito por Le Guin en 1972. Forma parte del llamado Ciclo de Hainish (también conocido como Ekumen, nombre con el que la autora se refiere en sus libros a la federación galáctica de planetas habitados por los seres humanos). En esta serie (no reconocida como tal por la autora, si bien todas las obras integradas tienen elementos en común), Le Guin crea un amplio y complejo universo conceptual. Este tiene su correspondiente traducción en el universo material que la autora describe. La diversidad de mundos, comunidades, orígenes y variaciones genéticas con los que Le Guin juega en sus obras le permiten explorar, desde la antropología, la sociología o la ética, distintas alternativas en lo tocante a potenciales formas de organización humanas. Al tiempo, la autora aprovecha para hacer serias y profundas advertencias sobre posibles derivas vinculadas con la violencia, la devastación medioambiental y el sometimiento de las sociedades.
Licenciada en Literatura, Ursula Le Guin (1929-2018) estuvo influida desde muy joven por el feminismo, el taoísmo y el pensamiento libertario. La autora, hija del antropólogo Alfred Louis Kroeber y de la psicóloga Theodora Kroeber, creció en un ambiente progresista y muy culto, y tuvo una educación excepcional (fue compañera de estudios de Philip K. Dick, si bien no llegaron a conocerse). El descubrimiento de la antropología cultural (campo en el que su padre es un referente) tuvo un inmenso impacto tanto en la vida como en la obra de Le Guin: no es casualidad que buena parte de lxs protagonistas de sus textos sean antropólogxs. Estxs encarnan en sus historias valores como la dignidad, el respeto por la/el otrx, la defensa de la cultura y la lucha por la preservación de la diversidad.
En las obras de Le Guin, los acontecimientos orbitan siempre alrededor de los temas de interés de la autora, como evidente influencia de sus propias ideas. Sin embargo, entre ellos destaca la inclinación a la no violencia, presente en algunas de las sociedades que la autora describe. Por medio de sus personajes, Le Guin vincula de manera especialmente evidente la no violencia con los movimientos anticoloniales. Así, en El nombre del mundo es bosque, Le Guin incide en su minucioso análisis de la sociedad humana, poniéndola bajo su lupa, crítica y comprometida, y mostrando los estragos causados por una manera de estar en el mundo beligerante, avaro y ruín, que no tiene justificación excepto el miedo a lo desconocido.
Escrito durante los últimos años de la guerra de Vietnam, el relato original en el que se basa la novela presenta la personal visión de la autora sobre el conflicto (la propia Le Guin se refirió a la obra diciendo “Este es mi Vietnam”). Se trata, pues, de una lectura crítica que coincide con las multitudinarias protestas antibelicistas que tuvieron lugar en los Estados Unidos entre 1963 y 1975, en un contexto marcado, además, por la lucha a favor de los derechos civiles, el movimiento yippie, las movilizaciones de la Campaña por el Desarme Nuclear o la contracultura, que tanta influencia tendrían en los años posteriores.
Imagen: autoría desconocida.