La novena obra propuesta en el marco de esta serie de 13 Distopías que se estudiarán en los libros de historia supone un cambio de formato con respeto a los títulos anteriores. Finalmente, la novela gráfica pasa a engrosar este listado de grandes obras del género distópico. Así, hoy queremos proponer un título al que el imaginario popular de finales del siglo XX y comienzos del XXI debe mucho, tanto en lo estético como en lo temático: V de Vendetta, de Alan Moore, con ilustraciones de David Lloyd.
V de Vendetta nos sitúa en la Gran Bretaña de los años 90: en concreto, de unos 90 alternativos que suponían, en el momento en el que se publicó la serie (años 80), un futuro distópico no necesariamente probable, pero sí, desde luego, posible. En un contexto de destrucción a nivel global a causa de la guerra nuclear, el país está gobernado por un partido fascista totalitario, a los mandos de un estado dividido en cinco grandes secciones: La Cabeza (la administración), El Ojo (quien ve, las cámaras), La Oreja (quien escucha), La Nariz (el grupo encargado de la investigación) y El Dedo (la policía, ejecutora). Toda una estructura generada alrededor del control de la población, y que muestra su cara más brutal en los campos de concentración en los que son encerradas las personas que pertenecen a los colectivos considerados peligrosos o inapropiados por el sistema (socialistas, hebrexs, homosexuales, personas no católicas, etc.). A este sistema de control y castigo se le suma la maquinaria propagandística (que además de generar contenidos afines al régimen, controla y censura cualquier manifestación artística o cultural que considera inapropiada). En este marco, un desconocido cubierto con una máscara con el rostro de Guy Fawkes (líder de la conspiración de la pólvora), conocido como V, pone en marcha una cacería para ir atrapando a los/as principales responsables del régimen, mientras desarrolla una lucha simbólica contra el sistema por medio de una serie de acciones que comienzan a generar el caos, y que culminarán con un atentado contra el Parlamento Británico, completando así el plan puesto en marcha casi 400 años antes por Fawkes.
Alan Moore (1953) es uno de los mayores referentes de la historia de la novela gráfica. De origen británico, comenzó a dibujar desde muy joven, aunque pronto decidió que prefería escribir guiones. En ambas facetas, la de dibujante y la de escritor y guionista, mantuvo siempre una premisa común: el carácter marcadamente crítico y valiente de su producción. Así, la obra de Moore resulta coherente con su propio modo de vida y sus acciones a nivel personal y profesional, pues fue uno de lxs primerxs autorxs que protestó por las condiciones laborales que las revistas imponían a escritorxs y dibujantes, movilizando a otrxs artistas y rompiendo contratos con diversas editoriales a lo largo de su carrera por este motivo. De pensamiento claramente anarquista, el compromiso de Moore asoma entre sus páginas en muchas de sus obras y de manera especial, en V de Vendetta. Una obra en la que el autor intentó comprender y mostrar, con la ayuda de David Lloyd (1950) y en palabras de este último, «por que y cómo se corrompe una sociedad» .
Debido a la evidente referencialidad de la propia obra, el primer vínculo entre V de Vendetta y la realidad que viene a la cabeza es la ya mentada conspiración de la pólvora de 1605, un complot orquestado por un grupo de católicos ingleses que pretendían asesinar al rey Jacobo I y a sus allegadxs, representantes y principales baluartes del protestantismo en Inglaterra. A la cabeza de este fallido plan estaba Guy Fawkes, quien «cede» su imagen a V a lo largo de la novela gráfica, y de manera más reciente, a los/a las integrantes del colectivo Anonymous (una reapropiación de la imagen de este icónico personaje histórico en la que probablemente tuvo mucho que ver la adaptación cinematográfica de la novela, realizada en 2005).
Pero sin duda, la gran inspiración de Moore a la hora de escribir las páginas de V de Vendetta fueron el gobierno de Margaret Thatcher y las políticas thatcheristas que estuvieron vigentes entre 1979 y 1990 (periodo en el que tuvo lugar la publicación de los primeros números de la novela, entre 1982 y 1985). El estado fascista y represor propuesto por los autores es una versión sin duda exagerada, pero fácilmente identificable, del gobierno Tory de la época. La implantación de un modelo económico ultracapitalista que destruyó el sector industrial y minero, dejando a miles de familias sin sustento; la destrucción de viviendas y la condena al olvido de la clase trabajadora en barriadas marginales que funcionaban como guetos; el impulso del programa nuclear; la pérdida de vidas en conflictos bélicos sin sentido como la Guerra de las Malvinas; el racionalismo económico o las políticas sociales conservadoras de corte duro fueron el principal legado de un periodo político cuyas consecuencias están aún presentes en un país que, para Moore “fue puesto contra sí mismo” debido a la política económica impuesta por Thatcher. Especialmente crítico con este periodo político, Moore supo canalizar sus sentimientos de descontento y frustración a través de una novela gráfica que aún hoy inspira a miles de activistas de todo el mundo.
Imagen: David Lloyd.